Jesús, Lázaro… y nosotros
Lo que sucedió con la muerte de Lázaro y la actuación de Jesús, y la de Marta y María sus hermanas, es algo muy parecido a lo que puede sucedernos a nosotros en la muerte. Lázaro enferma… sus hermanas se angustian: su gran amigo Jesús no aparece… soledad ante lo inevitable y además desamparo del amigo más querido… en la muerte se está absolutamente solo, aun Dios parece desentenderse…
La presencia de Jesús, en el primer momento, no acaban por convencer a sus hermanas… si hubieras estado aquí no habría muerto… ¿reclamo, resignación fatal? hay momentos en los que el mismo Dios es impotente: ¡el hombre tiene que morir! nada ni nadie lo puede evitar…
Jesús también se conmueve, llora, acompaña en el duelo… pero como anuncio de lo que le sucederá a Él, aparece la gran diferencia: Jesús devuelve a la vida a Lázaro como el Espíritu del Padre lo volverá a Él, a Jesús, a la vida… tendrá que morir como cualquier ser humano… pero será renovado con una nueva vida: la resurrección con Dios. Y a cada uno de nosotros también.